Crónicas de un Mexicano en la cuba socialista de los ochenta
Corría el año de 1982 con los negocios en ascenso, aburrido de la vida cotidiana y de la descomunal carga de trabajo y con muchísimos deseos de nuevas aventuras que disfrutar, decidí tomarme unas cortas vacaciones así que acudí a una agencia de turismo para conocer algunas opciones turísticas que ofrecieran lugares nuevos y atractivos que me permitieran romper con la rutina, y el estrés generado por el trabajo; la republica de la Argentina fue mi primera opción(un sueño anhelado desde siempre y que no he podido cumplir hasta el sol de hoy), sin pensarlo mucho opte convencido que ese sería mi mejor destino vacacional (ya me visualizaba caminando por las calles de su capital, “Buenos Aires” disfrutando al máximo de todo lo que ofrece al visitante esa hermosa ciudad). De los imprevistos previos al viaje: Una semana antes del iniciar mi aventura surge un primer imprevisto, me llaman de la agencia para informarme que el viaje a la Argentina había sido re-agendado por que no se había completó el número mínimo de pasajeros para contratar el vuelo chárter; esto generado en parte por la crisis económica que vivía el país en esa época, además de otras situaciones por lo que me informan que se pospondría el viaje en fechas próximas (desde ese día prefiero viajar independiente y no en grupo); por lo que la agencia me propone como alternativa, un paquete todo incluido: La Habana/Varadero a la isla de Cuba (decía mi abuelo; “uno propone, Dios dispone, viene el diablo y lo descompone”, más abajo de esta narrativa se aclarara el porqué de esta frase) justo en las mismas fechas que tenía programadas mis vacaciones; no muy convencido aún y con la fecha muy próxima a mi agenda planeada con anterioridad decidí aceptar; un precio atractivo, la cercanía con México y un paquete bastante atrayente acabaron por convencerme y aceptar dicho ofrecimiento. Dias antes de mi viaje, aconteció un segundo inconveniente, por descuido mío extravié los documentos que contenían los boletos de avión, el pasaporte y demás documentos del viaje a menos de 48 horas de mi salida, de pronto surge por mi mente un mal presentimiento, algo en mi interior me decía que no sería conveniente hacer el viajar, por la noche de ese mismo día recibí una llamada de una chica que había encontrado mis documentos y dada la importancia de ellos me hablaba para entregármelos, lindo gesto el de ella así que estaba de nuevo en el juego y con las maletas listas para emprender el viaje. De mí camino a la Habana Surge el tercer inconveniente; ya en el aeropuerto local con maletas y listo para abordar, me requieren del servicio de migración para una revisión final de mis documentos antes de abordar el avión y me comenta un agente que mi cartilla del servicio militar le faltaba un refrendo y eso no me permitiría abordar el avión y menos salir del país; de nuevo volvió a rondar en mi mente el mismo augurio, que me decía “ carajo, no debes realizar este viaje”, pero el destino y la corrupción en México me permitió que por un conveniente soborno en efectivo al agente de migración en turno ignorara la ausencia del mencionado sello y pudiera abordar el avión ese día. Mis primeras impresiones en Cuba A mi llegada a Cuba al descender del avión en el aeropuerto Jose Martí descubrí un ambiente totalmente desconocido para mí, “el socialismo cubano”, quede impactado con mi primera impresión, en la escalinata del avión nos esperaban milicianos uniformados que nos daban instrucciones a dónde dirigirnos hasta llegar a un salón donde nos esperaba la guía, una vez en el lobby del aeropuerto aconteció un hecho que jamás me esperaba y que cambiaría mi destino, ahí estaba, la primera persona con quien tuve contacto en la isla, parada frente a mí, con sus ciento cincuenta centímetros de cubania pura, cabello crespo y rubio hasta los hombros , su belleza y su mirada afable atrajo totalmente mi atención de manera inmediata, (Mierda, este hecho no estaba incluido en mis planes de viaje me dije en mi interior,: ¿Sera esto que algunos llaman “amor a primera vista”?¿Qué carajo provoco la atracción inmediata de dos auténticos desconocidos?, hasta en día de hoy no me lo puedo explicar y mira que sigo sin entender)posteriormente les narrare el final de esta historia. Mi amor por la música cubana sustituyo todas las inconveniencias anteriormente narradas, esta pasión nació en mi juventud; en Yucatán existían programas de radio mañaneros que se dedicaban exclusivamente a la trova cubana y yo soy fanático del son cubano y sus variantes, en mis andares por la isla conocí a grandes autores e intérpretes de ese género, en el hotel Saint John´s tuve el privilegio de conocer y compartir con don Cesar Portillo de la Luz autor de “contigo a la distancia” y otras hermosas melodías, en el lobby del hotel Habana Libre conocía al gran Pablo Milanés representante de la nueva trova cubana, en algún bar del Vedado conocí y tuve el atrevimiento de cantar a dueto con el buen amigo Fausto Duran en mis noches de trova, disfrute de una tocada de los sábados del grupo Van Van, y de NG la banda y a todos los disfrute al máximo, asi como tambien disfrute en un teatro de la ciudad de la comicidad de doña Juana Bacallao. En la Cuba de los ochentas con apenas muy escaso turismo, el espíritu de la revolución era palpable en las principales calles Habaneras infinidad de rótulos y carteles alusivos a ese hecho se veían por todos lados de la ciudad de la Habana; existe una extraña sensación que percibe quien visita Cuba, como si se hubiera detenido el tiempo en la isla, el entorno rodeado de casas de principios del siglo pasado bastante deterioradas así como de gran número carros americanos antiguos (otra de mis grandes pasiones en muchas etapas de mi vida me dedique a restaura carros antiguos)rodando por las calles proporcionaban esa sensación como si fuera un gran museo rodante de los autos clásicos de mediados del siglo XX; Chevrolet, Cadillac, Ford, Dodge y otras marcas, generaban en parte ese ambiente sui generis, otra rara sensación que percibí como turista fue como si todo el mundo te estuviera vigilando podías sentir esa rara sensación de que todos vigilan a todos generando un miedo colectivo que podía percibirse en todos lados, ya instalado en el hotel Vedado, el cariño característico del pueblo cubano nos permitió conocer un poco de los males que padece la población; con el pretexto del bloqueo norteamericano y las propias ineficiencias del sistema de gobierno habían hecho mella en la población: libretas de racionamiento, tiendas paralelas, tráfico de divisas, niños con nombres rusos, era algo poco comprensible para todo extranjero que visita por primera vez ese país. Hacer contacto con un extranjero era considerado un delito y menos visitar la casa de algún cubano El ateísmo imperante colocó una máscara sobre aquellos que profesaban alguna creencia religiosa indispensable para entrar a un trabajo o alcanzar un ascenso había que confesar si se tenía una creencia religiosa y si se practicaba. La gente tenía mucho más miedo a emitir una opinión crítica que ahora, los grupos disidentes estaban reducidos a su mínima expresión y, entre escuelas en el campo y campamentos de pioneros, los niños de entonces recibían un completo lavado de cerebro y adoctrinamiento ideológico. Todos los escritores, para ver publicadas sus obras, tenían que entrar por el aro de la censura oficial o ver languidecer sus textos en una gaveta, los músicos solo podían grabar sus discos en estudios oficiales, los pintores exponer sus obras en galerías de gestión gubernamental y los taxistas conducir los vehículos de chapa azul estatal. Fin de la primera parte de mi crónica…

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